En los años ochenta Howard Gardner, profesor de la Universidad de Harvard, expuso una idea que ha venido a influir notablemente en la enseñanza y la evaluación del aprendiz. Gardner observó que los tradicionales tests de inteligencia sólo miden habilidades relacionadas con aspectos lógico-matemáticos y lingüísticos. Por tanto, muchas personas eminentes – Einstein y Picasso, por nombrar dos ejemplos claros – tendrían que quedar inexplicablemente fuera del saco de los “inteligentes”, junto con muchos de los alumnos de nuestras instituciones educativas.
Por otro lado, las personas “inteligentes”, las que muestran altos grados del tipo de inteligencia que miden los tests, no son necesariamente las que tienen más éxito en la vida. Entonces, se hace patente la necesidad de considerar la inteligencia de una manera más inclusiva y compleja ,en una palabra, plural.
De ahí, Gardner, basándose en datos de áreas tales como la psicología evolutiva, la neurobiología, y la observación transcultural, consideró varios criterios para designar una habilidad como inteligencia y propuso primero siete inteligencias para tener en cuenta al enseñar y evaluar. Además de la lógica-matemática y la lingüística, identificó la inteligencia musical, la espacial, la cinética-corporal, la interpersonal y la intrapersonal. Posteriormente, añadió dos más: la natural y la existencial.
En los Estados Unidos y en América Latina se han diseñado programas curriculares enteros alrededor de estas inteligencias múltiples, ese es el Caso de Natural English!!!